viernes, 21 de noviembre de 2014

LA ANCIANA Y EL ESPEJO

-¿Anciana que miras en ese espejo?- Pregunté con curiosidad.
La anciana con la mirada fija, pasaba gran parte de sus envejecidos días frente a un espejo. Casi se podría decir a juzgar por su actitud, que se asomaba en él como quien se asoma en una ventana.
La anciana volvió su mirada hacia mí con total calma. Sin ver en su  rostro ningún tipo de gesto y con una seguridad pasmosa, me respondió: -Escudriño el lugar donde se ha ido-.
-¿Quien?-. Volví a preguntar.
-Todos en esta vida, tenemos a alguien que se ha ido-. Dijo en tono retador.
Sus palabras se impusieron ante mí y ahora era yo quien era observada por la anciana con una mirada penetrante. Ya no volví a preguntar.
-A mi edad nos miramos al espejo y a la tuya nos miramos en nuestras máscaras-. Prosiguió mientras sonreía levemente.
-Sólo las ancianas tenemos la vida lo suficientemente vivida como para asomarnos al espejo-. Continuó sin preocuparse ya por mirarme, mientras caminaba en dirección hacia la ventana de su habitación.
Yo completamente intimidada por la situación y por aquel personaje tan extraño, permanecí inmóvil sin saber que hacer o que decir. Me preguntaba una y otra vez, por qué había entrado en aquel lugar y que misteriosa razón me había llevado a querer conocer a la mujer-espejo, como la llamaban todos en el pueblo.
Se sentó en el lugar de siempre con el espejuelo en la mano y la mirada perdida en dirección a la ventana. Un rayo de sol que entró por la ventana, dio directo al cristal del espejo produciendo una luz que se proyectó hacia mi cara. Y mientras la vieja y loca mujer balbuceaba la siguiente frase, -la muerte es lo más importante de la vida-, dejé sobre el piso la cesta con frutas y salí  presurosa de aquel lugar.
Durante mucho tiempo después de aquel acontecimiento, cada vez que me miraba en un espejo sus palabras revoloteaban en mi interior y me preguntaba por qué aquel rayo de luz había ido a dar directo a mi cara. Aquella anciana que recordé por largo tiempo, compartía conmigo un punto en común, yo también al igual que ella  me había pasado gran parte de mi vida escudriñando, en mi caso, en el interior de las personas, sentía una infinita curiosidad por asomarme en sus almas.

María de la Luz
21 Noviembre 2014

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